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Improvisar en la mesa de rol:

enriquecer la narrativa mientras juegas.

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"Improvisar en la mesa
es un acto de confianza colectiva"

Improvisar en el rol significa construir la historia sobre la marcha, apoyándote en lo que ocurre en cada momento en la mesa. No es adivinar el futuro, sino aceptar las propuestas de las demás jugadoras y mantener el impulso narrativo común. Como señalan los manuales de improvisación, la clave es escuchar a las compañeras y añadir nuevas ideas a las suyas como parte de una narrativa colectiva. En la práctica, esto equivale a remar todos en la misma dirección: tomar lo que los demás brindan, un dato, una descripción, un tono y sumarle algo propio, de modo que la trama avance fluida y coherente. 

Vamos con un ejemplo claro:

La directora describe una taberna llena de humo y una jugadora añade: “¿Puedo decir que entre el humo veo el brillo metálico de un colgante igual al que llevaba mi hermana desaparecida?”.

Ambas aportaciones crean una nueva dirección para la escena. De este modo, cada escena es un esfuerzo conjunto, no unida por imposiciones de la directora sino por las aportaciones de cada participante.

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Escucha activa: detectar oportunidades

La escucha atenta es la primera arma de la improvisadora. En el transcurso de la partida, cada compañero va dejando pistas sobre la escena, los personajes o sus objetivos. Rechazar lo que dicen es malgastar una oportunidad, tus compañeros de mesa te obsequian con información y rechazar este regalo impide que la escena avance.

En cambio, prestando atención se pueden descubrir oportunidades para enriquecer la historia. Por ejemplo, un jugador dice tímidamente: “Quizá este símbolo grabado en la roca esté relacionado con mi sueño de anoche…”. El resto sigue discutiendo la ruta, pero una jugadora se detiene y le da espacio: “Espera, ¿qué sueño tuviste?”. Él detalla un presagio que encaja con el símbolo y la directora lo integra como un presagio real.

Escuchar lo que parecía irrelevante desbloquea una pieza clave de la trama. En este ejemplo vemos cómo la escucha activa te ayuda a reducir contratiempos y a aceptar mejor las ideas ajenas. Dejar espacio para lo que los demás aportan, sin interrumpir ni ignorar, es esencial para improvisar de forma constructiva.

“Sí, y…”: aceptar y enriquecer las propuestas

Una máxima clásica del teatro improvisado es el “sí, y además”. No significa estar de acuerdo a nivel personal, sino dar por válida la idea inicial e incorporar algo propio. Esta regla crea un entorno seguro para la creatividad: todos los jugadores pueden soltar cualquier idea sin miedo a que sea rechazada.

En mesa aplicar este principio puede ser tan simple como responder con un detalle extra. Por ejemplo, si otro jugador dice que en la taberna hay un músico triste tocando una balada, tú podrías seguir añadiendo que la canción incluye el nombre secreto de un pueblo cercano, lo que da pie a una nueva escena. 

Los juegos de rol mismos suelen ofrecer herramientas para esto. En Broken Tales, cada cazador tiene descriptores de personaje (como “Luz de Verdad” u “Ojo de Halcón”) que dan éxitos adicionales. Citar un descriptor en el momento justo para por ejemplo, reconocer una vieja leyenda bajo la luz de la luna llena, no solo aporta mecánicas favorables, sino que enriquece la historia. En Mausritter, atributos o estados como hambriento o asustado, funcionan parecido: un fallo puede convertirse en un momento jugoso: el ratoncito tropieza rodando, generando una situación cómica. En Viejos Mitos, trasfondos como “arqueólogo” o “profesor de historia” sugieren escenas: ¿puede tu doctor recordar un pasaje olvidado que salva al grupo? En cada caso, el truco es usar esos rasgos o mecánicas como combustible narrativo, dándoles la vuelta creativamente para sorprender.

Defectos y trasfondos al servicio de la improvisación

Los defectos, trasfondos o descriptores del personaje son semilleros de escenas. En lugar de verlos como limitaciones, considéralos oportunidades argumentales. Por ejemplo, un defecto como la soberbia puede impulsarte a inventar un momento en que tu personaje subestima a otro y eso cambia la trama. Un trasfondo de “viejo mentor” podría motivar una lección inesperada en medio de la partida.

Lo importante es interpretarlos de forma activa: si tu ficha dice que tu personaje teme la oscuridad, no la ignores; propón una escena nocturna donde ese miedo genere tensión o compañerismo. Contar con arquetipos amplios también ayuda a que los personajes destaquen en conjunto sin que uno se robe el foco. Cada rasgo puede guiar tus acciones y reacciones; improvisar con ellos da riqueza y coherencia a la historia compartida. 

Transformar errores en recursos narrativos

En rol narrativo, una tirada fallida o un plan que sale mal no es el fin de la historia, sino todo lo contrario: un nuevo giro. Los manuales de improvisación aconsejan no conformarse con un simple “todo salió mal”, sino profundizar en cómo cada una de estas opciones abre la puerta a que otro personaje entre en escena. Siempre puedes narrar varios grados de éxito para dar más significado al resultado que un mero ‘sí’ o ‘no’. Por ejemplo, si tu guerrera falla en su carga, podría ser un fallo crítico, un “no, y además”. En lugar de cortar la escena, imagina que choca con un PNJ inesperado, quizá otro aventurero o un enemigo, y eso genera una nueva situación. O si el ladrón no abre la caja fuerte, tal vez otra jugadora puede improvisar que aparece un guardia distraído, cambiando la escena hacia una persecución. 

Cada contratiempo puede convertirse en un punto de inflexión narrativo: un obstáculo que enriquece el conflicto o que activa alianzas. Celebra el fracaso: a veces, el error de una da pie a que otra brille en la historia. Integrar esta mirada significa adaptarse al tono de la partida. En una aventura de misterio, un fallo puede revelar una pista oculta; en una comedia, un error puede ser exagerado para la risa. Lo esencial es aplicar el “sí, y…” incluso al resultado de los dados: aceptar que algo no salió bien y agregarle un detalle más, aunque sea dramático o cómico. De ese modo, los fallos alimentan la ficción en lugar de detenerla. 

Lanzarse al vacío

Improvisar en la mesa es un acto de confianza colectiva. Significa remar juntas y hacer brillar cada contribución. Con la escucha activa, una actitud de “sí, y…” y ganas de jugar, cada jugadora puede transformar cualquier idea o error en un momento memorable.

El rol es una actividad colaborativa donde al fin y al cabo jugar pone el foco en el “nosotras” que creamos la historia, más que en el “yo” individual. Así, animándonos a probar cosas nuevas y sin miedo al error, todas ganamos: la partida se hace más rica, divertida y significativa. 

¡Atrévete a soltar tus ideas y construir con ellas! Cada aporte puede ser la chispa que encienda la siguiente escena. Practica estas técnicas con tu grupo: desde “sí, y” hasta conseguir retorcer tus propias limitaciones y verás cómo la mesa cobra vida con narraciones más dinámicas. La magia del rol ocurre cuando todas se sienten parte activa de la ficción, y la improvisación es el medio perfecto para lograrlo. 

@kaimamk

Directora de contenidos
Redacción del texto.

@whoisrooster, fundando desde los márgenes
@whoisrooster

Director creativo y editor
Diseño y maquetación.

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