No diré que olvidé que estaba frente a una pantalla, pero sí que pocas partidas online me han resultado tan interesantes. Un juego con un sistema diferente, ágil y muy visual, que combina ciencia ficción y exploración de una forma que se siente realmente nueva. Supongo que esto ya dice mucho de Astracordis, un juego que no solo se juega, sino que se habita: a medio camino entre la ciencia ficción más clásica y la diplomacia espacial moderna.
En la partida que nos dirigió nada menos que el creador de este mundo, Joaquín (@falsatortuga.bsky.social) pude interpretar a un Xenn, una de las razas jugables en Astracordis. Los Xenn son formas de vida gaseosas, una nube por así decirlo, que suelen contener su “cuerpo” dentro de trajes espaciales para definir más su forma. Este Xenn llamado Eolani, mitad investigador, mitad soñador obsesionado con la biología, compartía cabina con el teniente Xaliv, un Hagg, una especie de seres reptilianos muy altos y orgullosos, de verbo fácil y orgullo inquebrantable; y con Crok “el Crack”, un Narly capaz de recomponer un reactor con cinta adhesiva y un chicle de ser necesario. Los Narly son pequeños mamíferos muy inteligentes similares a mapaches, sé que te estás acordando de Rocket de guardianes de la galaxia, para mi fue inevitable y maravilloso.
Esta es parte de la magia de Astracordis: redirige tu mente a productos audiovisuales que ya son conocidos para las jugadoras, durante mi experiencia hubo momentos que se sentían como una escena de Mass Effect, otros noté reminiscencias de Star Trek e incluso, como digo, de franquicias tan reconocibles como la de Guardianes de la Galaxia.
Éramos tres puntos suspendidos en la red del cosmos, respondiendo a una señal de auxilio. Pero más allá de la trama —que prefiero no destripar—, lo que me fascinó fue la forma en que Astracordis consigue convertir esa llamada en una experiencia inmersiva.
El juego se articula alrededor de su Terminal, una aplicación que funciona como puente entre la mesa y el universo que propone. Desde ahí, las decisiones, los ecos y las palabras se entrelazan en un flujo claro. No es solo un apoyo tecnológico: es un lenguaje. La interfaz no te distrae, sino que acompañan al relato, traduciéndolo al lenguaje visual de la ciencia ficción. No es solo un apoyo, es parte del ritmo narrativo; cada clic y cada transición te sitúan un poco más dentro de la nave.
Jugar a Astracordis es también un recordatorio de lo que el rol online puede ser cuando se cuida el diseño de la experiencia tanto como el trasfondo. Porque aquí el mundo no solo se describe: se despliega ante ti. Las razas, los conflictos diplomáticos, los dilemas morales… todo está pensado para que la exploración no sea solo de planetas, sino de personajes.
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En mi caso, interpretando a Eolani, cada interacción con las operaciones, se sentía tensa, pero a la vez viva, interesante. El sistema de hitos que tiene astracordis permite que las acciones y las tiradas no se reduzcan a blanco o negro, llena de grises cada tirada y te permite tomar decisiones; “si arreglo este cable los sistemas funcionan, pero el soporte vital se verá afectado”. Son los ecos de estas decisiones lo que resuena en el silencio del espacio, y lo que hace fresco el sistema de Astracordis, le da un sabor nuevo.
Jugarlo online fue un acierto. Las voces en auriculares, la interfaz envolvente: todo contribuía a crear una sensación de inmersión total en ese retrofuturismo. Sin embargo, personalmente suelo jugar más en persona, y me encantaría que estas sensaciones se trasladen a las mesas más analógicas.
Salí de la partida con la cabeza llena de ideas y con la sensación de haber probado algo que todavía está creciendo, pero que ya tiene alma. Cuando apagué la pantalla, una parte de mi seguía allí, flotando en esa red invisible que conecta a todos los que alguna vez se atrevieron a escuchar la señal.
Si, como yo, crees que esa señal debe amplificarse, si te atrae la idea de un rol espacial más diplomático que se juega con los sentidos además de los dados, este es el momento de apoyar su Kickstarter. Cada meta desbloqueada es un paso más para que esta galaxia cobre toda la profundidad que promete.
Astracordis no te pide que lo entiendas. Te pide que lo escuches. Y, si respondes a la llamada, puede que también escuches algo de ti mismo, de lo que queda cuando el eco del universo se mezcla con tu propia voz.
Si quieres saber más sobre cómo nació este universo, puedes leer la entrevista que le hicimos a su creador justo aquí
El proyecto ya ha sido todo un éxito en Kickstarter, pero todavía podéis seguir aportando hasta el 29 de noviembre:

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