Hoy entrevisto a Dam, (el de La Mesa de Dam,) el que para mí es el canal de YouTube en castellano de referencia cuando busco juegos de mesa, opiniones, formas de mirar este hobby. En sus vídeos hay análisis y recomendaciones, pero también una forma de contar que invita a escuchar, una forma cercana de hablar de lo que pasa alrededor de una mesa.
Cuando no está frente a la cámara (o en el tablero), Dam habita otras vidas: es científico de datos, dirige una pequeña editorial, asesora en diseño de juegos, crea, estudia. La respuesta corta, la que suele dar cuando alguien le pregunta “¿a qué te dedicas?”, es la de científico de datos. El resto va apareciendo si la conversación lo pide, revela las cartas con paciencia.
“Pues mi profesión en mi otra vida es ser científico de datos para una empresa suiza llamada My Data Works. Aparte también hago otras cosillas como llevar la editorial de TOY Games, dar servicios de consultoría de diseño de juegos, creo juegos de mesa y me formo, todo lo que puedo en todo lo que me llama la atención.”
Lo primero que nació en él, dice, fueron las ganas de jugar. No de contarlo, no de grabarlo, sino de jugar: a lo que fuera, videojuegos, deportes, juegos de mesa. Lo demás llegó después, casi como una consecuencia natural de querer compartir lo vivido.
"Las ganas de jugar. Me encanta jugar, a lo que sea siempre que mis capacidades lo permitan, ya sea a juegos de mesa, a videojuegos, deportes... Lo de charlar sobre ello viene después"
Una de las cosas que más me gusta es que, ya sea por su forma de hablar o de transmitir, se nota que siente pasión por lo que hace. Y escuchar a alguien al que algo le apasiona hablar de ello siempre es un gusto. Hay canales que informan, otros que entretienen… pero el suyo parece buscar algo más. ¿Qué es lo que realmente intenta transmitir cada vez que enciende la cámara?
"Supongo que la pasión por los juegos. Como comenté antes, nunca hago ascos a nada y juego a todo por lo menos una primera vez, luego ya decidiré si me apetece jugar más o no. Y cada partida, a lo que sea, es una experiencia. Me gusta analizar dichas experiencias y darles una vuelta para poder sacar de todas un aprendizaje de algo: A nivel psicológico las interacciones que busca, a nivel jugable una sensación chula, a nivel estético una forma de componer diferente..."
Aquí llega una de mis partes favoritas: su reflexión sobre el síndrome del impostor. Yo también lo siento en absolutamente todo lo que hago, igual que él; esa sensación de estar siempre aprendiendo, de mirar alrededor y pensar que aún sabes muy, muy poco. Así que le pregunto si recuerda alguna vez en la que pensara: “esto… es lo mío”, refriéndome a su faceta de comunicador en el hobby, pero su respuesta lo engloba todo:
"No, en nada, tengo bastante síndrome del impostor en casi todo lo que hago, ya que me encanta escuchar a otras personas y absorber todo lo que pueda de mi alrededor. Eso me lleva a ver a personas geniales e increíbles en lo suyo y tener siempre en mente que, en el fondo, todavía no sé nada sobre nada."
Su voz en cámara no es impostada. Es fruto de años en el teatro, en radios, en podcasts. Una forma de hablar que se ha asentado con el tiempo, hasta encontrar una forma de expresarse que con el tiempo se ha vuelto natural en él. No busca el espectáculo ni el guion cerrado: prepara un listado de temas y deja que fluya, convencido de que lo importante no es la perfección, sino la sinceridad de cada palabra.
"Estudié teatro y, entre eso y que llevo ya casi 12 años ante las cámaras y otros tantos en radios, podcasts... Supongo que acabas aprendiendo a comunicar a tu manera. Esa es la manera que tengo yo, no es la misma que al principio, pero si muy parecida estos últimos años. Estoy muy cómodo hablando así porque me siento completamente seguro de mis palabras."
Construir una comunidad alrededor de un proyecto nunca es sencillo. En Turno lo estamos viviendo: hace falta constancia, paciencia y, sobre todo, autenticidad. Por eso me interesa cómo lo vive alguien como Dam, que lleva años rodeado de gente que lo escucha y lo sigue.
"Me dieron muchísimo cariño y fuerza para seguir adelante, junto a recursos y medios en su momento. Por desgracia, y poco puedo hacer por cambiarlo, soy una persona bastante reservada y muy solitaria. Las veces que he montado quedadas con la comunidad y demás ha sido muy bonito y he conocido a gente genial, pero he acabado agotado. Me sabe mal, porque sé que me hace parecer distante e incluso antipático a veces, pero es como soy. Yo no se lo que les habré enseñado, pero he intentado por encima de todo, al menos en el ámbito de los juegos de mesa, transmitir siempre pasión y respeto por los juegos de mesa."
También hablamos de lo que queda fuera de cámara. Siempre me ha parecido curioso cómo un creador decide qué mostrar y qué guardar para sí, qué merece la pena enseñar y qué no. En Dam sorprende la sencillez con la que responde, sin grandes justificaciones ni misterio.
"Si algo no va a aportar nada, lo dejo fuera. No hay mucho más filtro. Del resto me pongo a hablar y lo que sale, sale. No tengo guion más allá que un listado de temas o juegos que quiero tratar y, de ahí, tiro millas"
En algún momento la conversación deriva hacia una pregunta inevitable: qué quedaría si un día La Mesa de Dam llegara a su final. Su respuesta es directa, sin rodeos, con la claridad de alguien que sabe lo que quiere que permanezca.
"Que me lo pasé muy bien y que fui muy feliz compartiendo mis experiencias con ellos."
Tras esto, nos detenemos en los juegos que han marcado su forma de entender el hobby. Podría haber citado algún título complejo, alguna obra de referencia, pero en cambio se queda con lo más sencillo. Y lo explica con una naturalidad que se convierte casi en una pequeña lección sobre el propio recorrido de cualquier jugador.
"Los juegos más sencillos. Creo que los que llevamos tiempo en los juegos de mesa vamos pasando por etapas. Primero descubres el hobby y crees que Catan y Los Hombres Lobo de Castronegro son los mejores juegos del mundo. Luego profundizas un poco más y te sientes hasta un poco ‘superior’ al resto... Por dentro piensas: ‘Ah, pobres, si supieran lo que es de verdad un juego de mesa y no ese Hombres Lobo... Con la de juegos mejores que hay...’
Pero luego ya entras como en una fase Zen, en la que entiendes que la gente puede disfrutar de cualquier juego y que todo está bien, siempre que esa persona lo pase bien.
No somos quién para juzgar a nadie ni para sentirnos más que nadie. Más o menos ahí, hace años ya, empecé a hablar de juegos de mesa, siempre con la intención de dar a ver que se puede disfrutar de los juegos de mesa más sencillos como de los más complejos, y que todo está bien"
Antes de despedirnos, le pregunto qué historia le queda por contar, esa que aún no ha encontrado el momento de compartir. Su respuesta vuelve a llevarnos al terreno de la creación.
"Me gustaría contar sobre el desarrollo de mi último juego de mesa, que estoy haciendo a 6 manos con 2 chicos que conocí el año pasado. Creo que está quedando muy chulo, pero, más allá de eso, creo que lo interesante es conocer la historia que ha habido detrás y cómo se ha desarrollado."
Me gusta que, incluso después de tantos años jugando y hablando de juegos, siga sorprendiéndose con lo mismo que sorprende a quien empieza. Hay algo muy valioso en conservar esa mirada fresca.
"La ilusión con la que la gente descubre este mundillo."
Y quizá ahí está todo: en que Dam nunca ha querido erigirse en voz definitiva ni en juez del hobby, sino en alguien que comparte lo que vive. Que detrás de cada reseña, de cada partida contada en cámara, lo que queda no es tanto una lista de juegos como una invitación a mirar hacia la mesa, hacia la gente que tenemos delante. Porque al final —y en esto Dam es claro— jugar es compartir.
Salgo de la charla con él, pensando en lo sencillo y a la vez difícil que es mantener viva la pasión con el paso del tiempo. En cómo se transforma, en cómo pasamos de sentirnos dueños de un hobby a simplemente aceptar que lo importante es disfrutarlo con otros. Y cada vez tengo más claro, lo que hablamos en «La tercera edad se enfrenta a: Virus!»: que todo juego, por pequeño que sea, puede abrir un espacio de encuentro. Y que lo que permanece no es la lista de partidas, sino la memoria compartida de haberlas jugado juntos.
Puedes conocer más sobre su trabajo editorial en TOY Games
¿Qué fase del hobby reconoces más en ti: la del descubrimiento, la de la complejidad o la “fase zen”?
Comunicador. Game Designer. Experto en Business Inteligence
Entrevista y redacción
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