La primera vez que vi el trabajo de Javi fue hace unos meses. Me apareció en recomendados y, de pronto, ahí estaba yo: quieto, flipando, mirando el Puente de Khazad-dûm. Ampliando las imágenes como si al hacer zoom fuese a escuchar la voz de Pepe Mediavilla salir de la pantalla. Ya he dejado caer alguna vez lo importante que es Tolkien en mi vida, así que el interés fue inmediato.
¿Cómo no me iba a llamar la atención? Ese cruce de luces entre Gandalf y el Balrog pide, como mínimo, un segundo vistazo. Ahora, tras hablar con él, sé que fue su primera comisión y que le tiene un cariño especial, y de repente todo encajó: se nota cuando alguien pinta algo que le importa.
Continué viendo su trabajo y, cuanto más veía, más sentido tenía escribirle: Warhammer, ejércitos enteros, vehículos, escenas… No por esa mini en concreto, sino por todo lo que contaban las demás.
Después de ver lo que hacía ahora, me apetecía saber de dónde venía todo esto. Cómo empezó a pintar, qué le llevó a sentarse por primera vez. Esto fue lo que me contó. Javi lo recordó así:
"Mi atracción por el arte, la fantasía y la creatividad viene de lejos. Desde niño era ese chico al que se le daban bien las artes plásticas, siempre absorto en mis pensamientos, leyendo libros y fascinado por lo medieval y los juegos de estrategia. Las minis fueron el punto de convergencia perfecto entre todas esas pasiones.
No recuerdo el momento exacto en que pinté mi primer modelo, pero sí la primera vez que vi una. Fue en casa de mis vecinos. Yo jugaba con el pequeño y un día vi a sus hermanos mayores pintando algo que nunca había visto: Warhammer Fantasy, con ejércitos que se llamaban No Muertos y Caos. Teniendo en cuenta mis obsesiones de niño, te puedes imaginar lo rápido que quedé atrapado. ¿Pintar y jugar en un mundo de fantasía? Era la combinación perfecta.
A las pocas semanas conseguí mi primer regimiento de esqueletos, que seguramente pintaría en los talleres de Games Workshop después del colegio. Ahí aprendí técnicas como lavados y pincel seco, que entonces me parecieron revolucionarias.
Enseguida se convirtió en mi hobby favorito. Me encantaba el mundo de Fantasy y, como se me daba bien, ver que a la gente le gustaban mis minis me motivó a seguir. Incluso gané un concurso de Jóvenes Promesas en la tienda de Warhammer de Sevilla (el límite de edad era 14 años, si no recuerdo mal).
Más tarde, mis intereses de adolescente me llevaron a enfocarme en otras cosas, y creo que, desde los 15-16 hasta que lo retomé a los 30, no pinté nada. Aun así, siempre seguí vinculado a la creatividad y el arte: estudié comunicación con la idea de dirigir campañas de publicidad, me fascina la fotografía, me dedico al marketing y creación de contenidos, etc.
Ahora estoy muy feliz de haber regresado a la pintura. Ha vuelto a encender esa llama creativa, pero en un espacio sin tecnología de por medio. Somos solo la miniatura y yo, como cuando era pequeño."
Después de escucharle hablar de sus inicios, había algo que me seguía rondando: ahora pinta lejos de casa. Vive en Austria, con otra escena y otro ritmo, y me preguntaba cómo se ve todo esto desde allí, qué cambia y qué no cambia cuando pintas fuera de tu país.
"Miro hacia España con mucha admiración y envidia sana. Me flipa lo que veo: una barbaridad de artistazos, pasión por todas partes y un movimiento constante de talleres y eventos. Se nota una comunidad enorme alrededor de la pintura. Lo viví en persona hace tres años, cuando participé en mi primer concurso en las Freak Wars. Por entonces competía en Standard y me llevé un Oro con el Puente de Khazad-dûm. Volví muy impactado con el nivel y con ganas de regresar en Master. Desde entonces he tenido la mala suerte de que dos años coincidieron con bodas y este, con el cumple de mi pareja. Pero volveré seguro.
También estuve el año pasado en Miniature Art Academy aprendiendo de Alfonso Banshee y Rodrigo Akore en clases privadas. El equipo es maravilloso: me trataron súper bien y aprendí muchísimo. Creo que es un proyectazo que está formando a grandes pintores, y se nota en los resultados de este año. Sinceramente, sé que si estuviese más expuesto a tanto movimiento y talento sería mejor pintor. No hay mejor manera de mejorar que pintar con gente mejor que tú.
Aquí en Austria el panorama es distinto. Hay buenos pintores, pero la comunidad está mucho más centrada en lo competitivo. En algunos torneos me han dicho cosas como “another crazy Spanish painter” o “I saw your army and I knew you were Spanish”. Me inspiro mucho en lo que veo allí y parece que compartimos cierto sello identitario. Al final, detalles así cuentan lo bien que se percibe el arte español desde fuera.
Dicho eso, en enero hemos organizado un campamento de pintura en Viena con varios de los pintores más activos de habla alemana. Será un finde todos juntos pintando y, quién sabe, quizá el inicio de algo bonito a nivel local."
En nuestro hobby suele llamar la atención ese “pudor” que aparece cuando hablamos de arte. Hay personas que pintan ejércitos enormes, con un detalle y dedicación increíble, que controlan la luz y el color a sus anchas como si fuera lo más normal del mundo, y aun así evitan llamarse artistas.
Es curioso cómo, en el arte, muchas veces convivimos con dos extremos: gente con un talento brutal que no se reconoce como artista, y auténticos zoquetes convencidos de que son el nuevo Goya.
"Me encantaría poder decir con seguridad que soy un artista, pero no estoy del todo convencido… quizá un aspirante, si consigo soltarme más con mi estilo y transmitir más emoción con lo que hago. Por ahora, me conformo con decir que soy una persona creativamente activa.
Me he centrado mucho en el wargaming, donde sí es cierto que mis piezas suelen contar una historia o trasladarte a una escena concreta. Me encanta generar ambientaciones que refuercen esa narrativa, quizás menos común en piezas puramente pensadas para jugar.
Sin embargo, también siento que mi trabajo ha empezado a ser algo repetitivo, porque tengo que equilibrar creatividad con eficiencia. Admito que últimamente me he visto un poco estancado, como si estuviera conduciendo por una carretera monótona, sin salidas."
"Por estas fechas siempre hago un ejercicio de reflexión, y la verdad es que no estoy del todo satisfecho con lo que he creado. Ha sido un año complicado a nivel personal, con altibajos y poca motivación. Curiosamente, he tenido más tiempo que nunca y, aun así, es cuando menos he pintado. Estoy seguro de que parte del estancamiento viene de ahí.
Pero también siento que estoy al comienzo de una nueva etapa. He identificado lo que no funciona, y seguramente el wargame dejará de tener tanta prioridad (total, ya tengo mis 10 puntos de pintura para 40K :P).
Quiero dedicar más tiempo a explorar estilos y proyectos que me llenen de verdad. Por eso era importante incluir la viñeta de Qulathis: marca un punto de inflexión en lo que quiero perseguir. En resumen, hoy me cuesta definirme como artista, pero quizá, si me preguntas en un par de años, te dé otra respuesta."
Mientras hablábamos, me vino a la cabeza otro tema. En cuanto alguien menciona “arte”, el terreno cambia: aparecen exposiciones, críticas, egos, vitrinas blancas y palabras grandes. Y siempre me pregunto cómo encaja la pintura de miniaturas en todo eso, si debería entrar o quedarse al margen. Así que quise saber cómo lo ve él.
"En mi opinión, la pintura de miniaturas ya forma parte del mundo del arte. Simplemente es un nicho más pequeño y desconocido para la mayoría. Con más visibilidad, estoy seguro de que mucha más gente seguiría —y pagaría— por ver exposiciones de artistas como Marc Masclans, Erkka Marttio, Alfonso Banshee, Roman Lappat. En los últimos años el medio ha evolucionado mucho y parece que seguirá creciendo, así que no me sorprendería ver exhibiciones más abiertas al público general. Esa dirección me fascina.
Personalmente, me incomodan los grandes egos y elitismos, aunque eso aparece en cualquier ámbito. Me gustaría que la comunidad mantuviera el espíritu cercano y respetuoso que he vivido estos años, incluso si el medio se hace más visible y profesional.
También me gustaría que se reconociera más el trabajo del pintor a medida que la industria madura. Lo de “pintar muñequitos” hace gracia, pero al final desmerece el oficio. Si queremos que se tome en serio, lo primero es cuidar cómo hablamos de él nosotros mismos."
Revisando su bio de Instagram, encontré una frase que, obviamente, había que comentar, se presenta como “Miniature painter & very bad 40K player”. Una broma que, más que autocrítica, suena a guiño o pique para quien conoce el mundillo. Y aun así, sigue muy vinculado al juego, sentía curiosidad por entender qué encuentra ahí que la pintura, por sí sola, no le da.
"Jaja, bueno, lo de “muy mal jugador de 40K” es una broma de mi bio de Instagram. En realidad creo que juego decentemente bien: suelo echar mi partida semanal y, de vez en cuando, me apunto a algún torneo con mi equipo de Salzburgo. Me defino ahí como mal jugador porque conozco de cerca el entorno competitivo y sé la dedicación brutal que requiere estar en el top. Esa no es mi prioridad; la mía es seguir mejorando como pintor. Con quedar a mitad de tabla y volver a casa con nuevos amigos, me doy por satisfecho.
La idea detrás de esa frase, con un punto irónico, es que para mí el hobby va mucho más allá de pintar. También disfruto muchísimo del trasfondo: soy oyente fiel de La Voz de Horus, devorador de novelas y fan de los universos de ciencia ficción y fantasía en general. Al ser una persona muy sociable y, como ya he mencionado, sin una comunidad muy activa de pintores en la zona, las partidas se han convertido en mi forma de reunirme con amigos, desconectar un rato y mantener vivo el vínculo social que acompaña a este hobby."
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Mientras repasaba sus proyectos, hubo algo que se repetía una y otra vez: esa forma de montar escenas que parecen un fotograma, como si cada miniatura estuviera a punto de decir algo. Hay pintores más técnicos, otros más intuitivos, pero lo suyo tiene un punto teatral que se reconoce al instante. Y claro, me quedé con la duda de si ese efecto nace de una historia previa… o simplemente de la casualidad o del estilo propio de Javi.
"Siempre quiero crear historias, pero estas nacen de una idea que normalmente tiene un peso visual fuerte. Cuando empiezo un proyecto me pregunto dónde estamos, qué está pasando y qué quiero transmitir; qué hace que esa pieza destaque o qué emoción quiero que genere. De esas respuestas, una imagen se forma en mi cabeza y empieza el proceso.
A grandes rasgos, me considero más un pintor creativo y expresivo que un pintor puramente técnico. Disfruto estudiando el color, usando el aerógrafo para crear atmósferas, reforzando puntos focales, añadiendo dramatismo… Me dejo llevar mucho por las sensaciones visuales, que terminan construyendo la narrativa de la pieza. Me inspiro muchísimo en ilustraciones y soy un gran admirador del Impresionismo, donde la luz y la pincelada son protagonistas. Probablemente todas estas influencias e inclinaciones tengan como resultado las escenas teatrales que mencionas.
También me gusta que cada proyecto que pinto represente un terreno de aprendizaje distinto. Mis Lumineth fueron mi estudio para iniciarme con los NMM; los Sylvaneth se han convertido en una forma de explorar temas más orgánicos y vinculados a la naturaleza; mis T’au son mis modelos de práctica para el amarillo y el speed painting; y con los Eldar he trabajado un OSL más ambiental y una narrativa más oscura.
En resumen, cada proyecto es una oportunidad para contar una historia, pero también para aprender y dominar una nueva forma de expresión que apoye esa narración. Son justamente esos enfoques nuevos los que más me hacen crecer como pintor."
A estas alturas de la conversación, mientras hablaba de etapas, cambios y ese ir y venir entre motivación y cansancio, me quedó clara una cosa: para Javi, pintar no es solo un hobby. Es algo que se mete en la forma de mirar, de estar, de entender los días buenos y los malos. Y quizá por eso quise cerrar con una pregunta que siempre me gusta hacer, porque dice mucho de cada pintor:
¿Crees que pintar miniaturas te ha cambiado la forma de ver el mundo? ¿Cómo sería tu vida si nunca hubieses encontrado este hobby?
"Seguro que sí. Es curioso, porque creo que pintar miniaturas tiene dos efectos que, a primera vista, parecen opuestos, pero que en realidad se conectan y se retroalimentan.
Por un lado, la pintura, la fantasía y la ciencia ficción son para mí una forma de escape. Mi refugio. Un espacio donde puedo ordenar mis pensamientos, desconectar de lo que pasa alrededor y viajar mentalmente a otros mundos.
Pero, al mismo tiempo, este hobby me hace estar más atento a lo cotidiano. Me descubro fijándome en cómo se refleja la luz en un tenedor, en la textura del musgo de un árbol o en las sombras que se proyectan en un rostro. Me obliga a comprender visualmente lo inmediato, y eso me hace estar más presente.
Personalmente, creo que todo el mundo debería tener un hobby artístico, sea pintura, música, escritura o cualquier otra forma de creación. Afrontar retos creativos es un bálsamo para la mente. Cuando la pintura ha estado menos presente en mi vida, he acabado llenando el tiempo con actividades que me resultan mucho menos reconfortantes y bastante vacías. Así que, si nunca hubiera encontrado la pintura de miniaturas, creo que habría buscado otra vía creativa para llenar ese espacio: quizá ilustración, fotografía o el óleo (que también he practicado, pero en menor medida). Sin duda algo que me permitiera sentir lo que siento cuando pinto.
Referencias visuales para el tono etéreo y cromático de los Eldars.
Progreso creativo del proyecto: primero, la composición base del display tal y como Javi la montó; después, la propuesta de color digital que utilizó para definir la atmósfera y el impacto general; y, finalmente, el resultado terminado, donde todo encaja con la iluminación, los contrastes y la narrativa que quería transmitir.
"Ejemplos de mis fotos fuera del mundo de la pintura: imágenes de viaje donde la composición y los colores me atraparon, y momentos en los que la luz era tan perfecta que solo podías apreciarla estando realmente presente. También incluyo algún proyecto más allá de las miniaturas, como una bici que pinté a mano para una colaboración —el ciclismo me fascina— y algunos bocetos que hago de vez en cuando y que me recuerdan que siempre queda camino por recorrer y seguir practicando."
Al cerrar la conversación con Javi, me quedé dándole vueltas a algo que llevo viendo mucho últimamente: lo fácil que es dejar de lado justo aquello que nos hace bien. En mi entorno —yo incluido— cada vez veo más gente agotada, con la concentración hecha polvo, con la sensación de no tener tiempo para nada… y, al final, lo primero que sacrificamos son las aficiones. Como si pudiéramos permitirnos vivir sin las cosas que nos hacen felices.
Y es cierto que hay personas que, con muchísimo talento y muchísimo trabajo, han convertido su hobby en oficio. Gente que vive de esto y a la que solo se le puede admirar.
Pero para el resto —para los que pintamos, escribimos, jugamos o modelamos cuando por fin encontramos un rato libre— quizá haga falta recordarnos que un hobby no es una obligación, ni una lista de tareas, ni un objetivo productivo: es justo lo contrario. Es, como dice la definición, “una actividad que se realiza habitualmente y por gusto en los ratos de ocio”. Ese espacio que nos recuerda que, como apuntaba nuestra compañera Maika en su artículo, no todo tiene que ser útil, justificable o rentable.
Por eso me gusta tanto la historia de Javi. Porque recuerda algo muy simple: puedes parar y puedes volver. No hace falta justificarlo, ni esperar a «un momento perfecto» que nunca llega. Solo sentarte otra vez y dedicarle ese tiempo que, en el fondo, siempre te ha hecho bien.
Supongo que de eso va todo esto: no de recuperar un hobby, sino de recuperar ese pequeño espacio donde vuelves a estar un poco mejor. Ese rato en el que la cabeza se coloca, el ruido baja y todo encaja un segundo. Y, como dice Javi:
"Somos solo la miniatura y yo, como cuando era pequeño."

Pintor de miniaturas
y muy mal jugador de 40k

Director creativo y editor
Entrevista, diseño y maquetación.
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