y recibe en tu correo entrevistas, análisis y reflexiones sobre rol y juegos de mesa.
Hay juegos que te piden coordinación. Sky Team exige complicidad. Es un cooperativo para dos personas que se juega prácticamente sin hablar. Parece pequeño en mesa pero es enorme en sensaciones. Tiras los dados, miras a la persona enfrente, intentas adivinar qué está pensando… y el avión empieza a descender. Es entonces cuando entiendes lo que hace especial a este diseño: convierte dos sillas y un puñado de dados en una cabina donde la tensión no para de escalar.
El funcionamiento es simple: cada participante tira sus dados sin mostrarlos y en silencio debe decidir dónde colocarlos. No puedes explicar por qué eliges un 6 aquí y un 2 allá, ni aclarar lo obvio, ni suplicar «pon un 4 en el estabilizador, por favor». Ese silencio es el auténtico motor del juego. Sky Team no va de pilotar un avión, sino de confiar a ciegas en la intuición de quien juega contigo. Cada turno es un gesto de fe y cada decisión, un pequeño experimento emocional. Y en cuanto la cosa se tuerce —porque inevitablemente se tuerce— se desencadena esa risa tensa que solo aparece cuando sabes que ambos vais directos al desastre.
Lo más sorprendente es lo íntimo que resulta. No es un cooperativo frío ni matemático, sino uno donde las manos tiemblan un poco antes de soltar el dado, donde las miradas transmiten tanto como las jugadas. A veces parece casi teatro improvisado: un piloto que se arriesga demasiado, la torre de control que intenta suavizar el golpe, un descenso que se convierte en un acto de confianza mutua. Y cuando por fin tocáis pista sin saltar por los aires, el alivio compartido es tan auténtico que podría pasar por una escena de película… aunque dure solo diez minutos.
La variedad de aeropuertos —o “maniobras de aproximación”— hace que cada partida se sienta diferente. Tras el primer aterrizaje en Montreal, que funciona como vuelo de iniciación, el juego empieza a añadir capas: primero llega el dado de tráfico, un dado negro que llena el cielo de aviones y te obliga a esquivar colisiones. Parece asumible… hasta que en la siguiente aproximación aparece otra preocupación, el queroseno, que se convierte en un enemigo silencioso mientras intentas posarte en Gardermoen, en Oslo. Cada nuevo destino introduce un pequeño giro que cambia por completo la forma de volar.
Cada travesía añade una complicación distinta: tráfico aéreo, falta de combustible, viento cruzado, hielo en pista o un piloto en prácticas que debes instruir antes de tocar tierra. Estas son algunas de las mecánicas que os podréis encontrar en este fantástico juego cooperativo.
Y lo mejor es que, incluso cuando perdéis, Sky Team genera anécdotas. El aterrizaje fallido porque nadie tenía un mísero 2. La vez que bajasteis demasiado pronto el tren de aterrizaje. El milagro improbable en el que os quedaban dos turnos de altura y salvasteis el vuelo. Son historias pequeñas que se cuentan solas mientras guardáis los componentes.
Es un juego perfecto para parejas jugonas o para quien disfrute de los cooperativos donde la emoción importa más que el cálculo. No se lo recomendaría a quienes no les guste jugar casi en silencio o prefieran experiencias más largas. Para las mesas que buscan una partida corta con un impacto enorme, Sky Team es un aterrizaje suave en una idea que podría haberse complicado demasiado.
Al final, su mérito está en lo que consigue con tan poco: un diseño elegante y directo, que convierte cada tirada en un salto al vacío compartido. No necesitas amar la aviación para enamorarte de lo que propone. Solo alguien enfrente, unos cuantos dados y la voluntad de escuchar un silencio que, curiosamente, dice muchísimo.
Si buscas un juego capaz de transformar veinte minutos en una historia, Sky Team es el vuelo correcto.
y recibe en tu correo entrevistas, análisis y reflexiones sobre rol y juegos de mesa.

Directora de contenidos
Redacción del texto.

Director creativo y editor
Diseño y maquetación.
No Comments